A principios del 2021, Sylvester Stallone puso una de sus casas en venta por US$ 130,000,000. Nada para sorprenderse. Cuando escribes, diriges, produces y protagonizas siete secuelas de una de las películas más populares de la historia, el dinero fluye. De a montones.
A la edad de treinta años, Stallone era un actor desempleado. Nadie estaba interesado en contratarlo. Un accidente al nacer cortó un nervio facial, dejando un lado de su rostro caído. También afectó su habla, haciéndolo lucir y sonar como alguien con poco coeficiente intelectual. Vendió las joyas de su esposa sin su consentimiento. Aún quebrado, vendió su mastín de pura raza por $ 50 para comprar algo de comida. Sylvester Stallone, el hombre sin educación, sin perspectivas y sin perro odiaba su vida. Pensó en las trece escuelas que lo expulsaron por problemas de conducta, por disparar flechas por las ventanas de las aulas, despedazar con una pipa el escaparate de Papá Noel, pintar de negro la casa del vecino… Revivió la vergüenza de haber sido informado por la administración de la escuela, a los 15 años, que su cerebro estaba «inactivo». Toda su vida lo habían hecho bulling.
Solo una oportunidad; eso es todo lo que quería. Para demostrarse a sí mismo y al mundo que no era «solo otro vagabundo del vecindario».
Mientras se revolcaba en su miseria, enfurruñado y sintiendo lástima por sí mismo, Stallone escuchó sobre Chuck «The Bayonne Bleeder» Wepner, quien había disputado y durado quince asaltos con el campeón de peso pesado, Muhammad Ali. Más tarde vio la pelea en Wide World of Sports de ABC.
Eso no era posible. Se suponía que Wepner, un peleador mediocre, conocido por su sangre salpicándole los rostros de las personas sentadas en las primeras tres filas, más que por sus habilidades de boxeo, perdería … terriblemente. En cambio, casi le gana al hombre que a menudo se considera el mejor boxeador de todos los tiempos.
Stallone se inspiró. Aunque no era un escritor, redactó un guion basado en un luchador, que contra todo pronóstico lucha contra el campeón. Le tomó menos de un día. Ajustarlo tomó otros tres o cuatro días.
Se lo dio a su agente, quien lo hizo circular. Fue grandioso; todos estuvieron de acuerdo. Le ofrecieron cien mil dólares. James Caan, quien recientemente había interpretado a Sonny en El Padrino, sería el protagonista.
Aun quebrado económicamente Stallone lo rechazó.
Le ofrecieron trescientos cincuenta mil dólares (algo sin precedentes para la época).
Una vez más, Stallone lo rechazó (y tenia solo $106 en su cuenta). Sabía que esta era su oportunidad. Solo quería interpretar el papel de Rocky. Eso es todo. Todo lo demás era secundario.
Finalmente, MGM aceptó la oferta, dándole al desconocido Stallone $ 35,000 por el guión y el protagonismo. Era imposible saber como terminaría la aventura. Pensaban que el proyecto estaba condenado al fracaso, pero los riesgos eran insignificantes. El costo total de la realización de Rocky fue de menos de un millón de dólares.
Stallone tomó el dinero y volvió a comprar a su perro, Butkus, que luego «coprotagonizaría» con él en la película.
Rocky terminó recaudando más de $ 220,000,000 (equivalentes a USD 1,100 millones en 2020). E incluso le valió el Oscar a mejor película. Rocky se convertiría en una franquicia rentable: siete secuelas, escritas, dirigidas y protagonizadas por Sylvester Stallone. Una serie de éxitos de taquilla, incluido Rambo, convertiría a Stallone en el actor mejor pagado de Hollywood.
La oportunidad está en todas partes. Cree en ti mismo. Cree en tus sueños. Muévete y alcanza tu grandeza. Todo está ahí para que lo tomes. Pregúntale a Sylvester Stallone, el Rocky de la vida real.
Estaremos encantados de escuchar lo que piensas