Quienes sufrieron acoso escolar – (bulling), ¿qué hicieron tus acosadores cuando te encontraron de adulto?

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Lloró

Era la reunión por el 30.ª aniversario de graduados. Había perdido el contacto con la mayoría de la gente, pero algunos antiguos compañeros de clase me habían añadido como amigo en Facebook. Cuando se enteraron de que estaría en la zona por trabajo, me convencieron para que fuera a la reunión del colegio.

En la secundaria sufrí mucho acoso escolar. Mi padre acababa de convertirse en jefe de un destacamento de la policía local especializado en juveniles, así que empecé mal. Durante ese tiempo, tuve un accidente de auto que me fracturó la laringe. Tenía cicatrices, hablaba en susurros y pasaba la mayor parte del tiempo en el hospital. La mayoría de mis acosadores, eran varios, dejaron de molestarme, pero uno siguió haciéndome la vida imposible. Antes del accidente, yo cantaba… Una de las cosas que le gustaba hacer era cantarme algunas de las canciones que solía interpretar para torturarme, sabiendo que tal vez ya no podría volver a cantar.

Nunca me dejaba en paz.

Fui a la universidad,  me casé  y me mudé al Reino Unido. Pasé varios años procesando todo lo que me había pasado en mi adolescencia. En un momento dado, tenía pesadillas sobre este chico y la forma en que me torturaba, rompiendo mis cosas, rasgando mis libros, burlándose de mi voz, etc.

Una noche me desperté sudando de una pesadilla. Su imagen seguía en mi mente. Podía ver la ropa que llevaba y el lugar en el que estaba sentado en clase y… de repente me di cuenta de que él,  en ese momento, no estaba bien económicamente. Solía decir que odiaba llevar abrigos y prescindía de ellos en el clima muy frío. Llevaba los zapatos o zapatillas muy deteriorados. No es que justificara su comportamiento sádico, pero recordaba la ropa que solía llevar todos los días… y sentí algo diferente por él. Él era un niño y ahora en la adultez  ya no me daba miedo.

Dije su nombre, en voz baja, en la noche, y luego dije: «Te perdono».

Nunca más volví a soñar con él. De hecho, lo olvidé por completo.

La reunión de los 30 años, se organizó en una especie de bar de moteros del que todo el mundo decía que tenía unas hamburguesas muy buenas. Mi amigo, el que me convenció de ir, también había sido acosado y bebimos un poco para calmar los nervios antes de entrar. Algunos de nuestros compañeros estaban fuera con sus grandes motos, vestidos de cuero negro y pañuelos… otros estaban dentro, mezclándose con la gente. Nosotros también nos mezclamos. Todo el mundo era muy amable y me sorprendió la cantidad de gente que recordaba.

Luego llegó el momento de los discursos de los organizadores y los moteros entraron. Mi acosador era uno de ellos.

No podía dejar de mirarme. Le costó unas cuantas cervezas más, pero al final se acercó y me preguntó si podía hablar conmigo. Nos apartamos y… se echó a llorar. Empezó a intentar disculparse, pero apenas podía hablar.

No pude evitarlo. Lo abracé y dejé que llorara sobre mi hombro. Le conté mi sueño y que lo había perdonado aquella noche, hacía unos veinte años, y él me abrazó con tanta fuerza… Le había pesado en la conciencia todo ese tiempo. Fue increíble quitarle ese peso de encima, demostrarle que había sobrevivido, que estaba bien y que lo había perdonado.

Fue uno de los mejores momentos de mi vida.

Adaptado de la historia de Mimi Thebo

 

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