Quería cambiar el mundo. Pero he descubierto que lo único que uno puede estar seguro de cambiar es a uno mismo.
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El carácter humano es como una balanza: en un platillo está la mesura y en el otro la audacia. El mesurado tímido y el audaz indiscreto son balanzas con un brazo trastos inútiles.
Ángel Ganivet