El delfín rescatado

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El delfín rescatado

Esta historia fue relatada por Enzo Maiorca, famoso buzo italiano, conocido como «el señor de las profundidades» ( Il signore degli abissi)

Enzo Maiorca se sumergió en el mar de Siracusa y estaba hablando con su hija Rossana que estaba a bordo del barco.
Listo para entrar, sintió que algo golpeaba levemente su espalda. Se volvió y vio un delfín. Entonces se dio cuenta de que el delfín no quería jugar sino expresar algo. El animal se zambulló y Enzo lo siguió.

A una profundidad de unos 12 metros, atrapado en una red abandonada, había otro delfín. Enzo rápidamente le pidió a su hija que tomara los cuchillos de buceo. Pronto, los dos lograron liberar al delfín, el cual, al final del calvario, emergió, emitió un “grito casi humano” (describe Enzo: Un delfín puede permanecer bajo el agua hasta 10 minutos, luego se ahoga).

El delfín liberado fue ayudado a salir a la superficie por Enzo, Rosana y el otro delfín. Ahí fue cuando llegó la sorpresa: ¡estaba embarazada! El macho los rodeó, y luego se detuvo frente a Enzo, le tocó la mejilla (como un beso), en un gesto de gratitud y luego ambos se alejaron nadando. Enzo Maiorca terminó su historia diciendo: “Hasta que el hombre no aprenda a respetar y hablar con el mundo animal, nunca podrá conocer su verdadero papel en la Tierra”.

Enzo Maiorca era especialista en «apnea» o «buceo libre» (freediving). Se rata de un deporte extremo donde el sujeto se sumerge bajo el agua sin ningún tipo de soporte vital, como puede ser un tanque de oxígeno. El buceo libre se debe realizar conteniendo voluntariamente la respiración mientras se recorren largas distancias o se desciende a las profundidades.

Enzo Maiorca logró su primer récord mundial como profundista en 1960, a los 29 años de edad, tras alcanzar los 45 metros de profundidad y batiendo al brasileño Amerigo Santarelli, quien en septiembre de ese año vuelve a recuperar el título bajando a la profundidad de 46 m.

Maiorca alcanza los 49 metros dos meses después. Fue el comienzo de una era que lo mantendría en la élite mundial de las profundidades durante 16 años, hasta 1976 cuando decide abandonar el deporte.

En 1988, impulsado por sus hijas Patrizia y Rossana, ambas mundialmente reconocidas como buceadoras profundistas, Maiorca logra su último récord mundial a los 57 años, sumergiéndose a la profundidad de 101 metros, siempre conteniendo la respiración.

Su historia inspiró la extraordinaria película «Le grand bleu» (Azul Profundo, 1988) de Luc Besson:

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