Dios no es un ser indiferente o lejano por lo que no estamos abandonados a nosotros mismos.
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Dios no es un ser indiferente o lejano por lo que no estamos abandonados a nosotros mismos.
Juan Pablo II
Dios no es un ser indiferente o lejano por lo que no estamos abandonados a nosotros mismos.
Juan Pablo II